En algunas ocasiones cuando todo tu ser desea que las cosas comiencen a funcionar, en el fondo deseas comenzar a construir lo que muchos vieron caer, deseas comenzar una vida y esta vez ya no quieres más anonimato solo quieres comenzar una etapa diferente quieres subir una fotografía y que nadie tenga que decirte “Que no es para ti” no quieres escuchar la palabra “es muy poco” y ese es el momento en donde por escuchar tantas voces, sin darte cuenta estas cayendo de un árbol de 20 metros de altura, y pareciera que el ascenso no es tan complicado, el camino se ve muy fácil y hasta a veces sientes que lo has vivido alguna vez.
De pronto el invierno comienza a silbar y decides mirar hacia abajo, resulta que sientes frio y las manos no se sienten como en casa, parece que en esta escala no había nadie abajo que quisiera esperarme, y mientras buscas no sabes dónde está el tronco que tenga la solidez que tanto busca tu pie izquierdo y simplemente completas un acto que tiene que pasar por la gravedad," SOLO CAES" sin más reparos, sin previo aviso, solo caes, nadie quiso mirar cuando estabas subiendo, porque yo si estaba equipada, yo si tenía el pronóstico del tiempo y tenía las coordenadas, pero las decisiones son especiales y son tan nuestras como los errores y cuando caí supe lo que realmente valía la pena, y desde el suelo le susurras silenciosamente "el glorioso árbol se ve indomable"
Mientras te sientas a sentir el pasto verde por toda tu cara y los rayos de sol se calan entre tus ojos y nariz, respiras fuerte y angustiantemente dándote cuenta que esta vez nadie vendrá a sanar tus heridas, comienzas a llorar y empiezas a reconocer que lo hiciste mal, que todo lo que duele es parte de tus miedos, es parte de tu absurdo pensamiento progresista, desearía haber caído desde mucha más altura, así podría olvidar todo lo que pasamos, así tendría el valor de amar la palabra "Nada" que cuando nada mostrábamos era la mujer más feliz del universo y ahora que lo tenías todo solo buscabas fama y riquezas que nunca podrás alcanzar mientras sigas tan vacía.
En ese pequeño rincón lo tenías todo, nadie podía juzgarte, eras tan mimada y tan pequeña, que después de esta caída nada volverá a ser igual, porque estoy guardando mis hematomas y por mucho que yo quiera sanar, los tengo tan adentro que aún siguen doliendo, que aun no me dejan poder levantarme, aun no me dejan mirar el árbol que me hizo echar raíces de dolor, resulta que a veces la vida nos tiene que enseñar a conectarnos con la naturaleza y su simplicidad, a veces es bueno después de una caída volver a recostarnos entre el pasto y el lodo, nos hace entender que nos quedaremos con las ganas haber llegado a una meta ficticia que hoy estoy asumiendo que nunca se volverá realidad.
Estoy levantándome con una sonrisa y entre mi nerviosismo deje salir lágrimas, esa misma tarde mientras el sol se calaba entre mis ojos y mi nariz me di cuenta que me quedare con miles de sueños que prefiero guardar entre los mejores recuerdos que alguna vez pude vivir, sostuve una conversación por más de diez minutos con Dios y le dije que ya no quiero seguir subiendo, no quiero seguir intentándolo, solo quiero echar raíces quiero volver a casa, quiero caminar mirando el atardecer y recordar que siempre fui feliz, quiero recordar los hematomas, quiero recordar las lágrimas, quiero recordar el dolor, quiero recordar la altura, la latitud, el meridiano y el segundo que me hizo bajar de una forma tan abrupta desde el árbol de los sueños.
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