Bitácora de
viaje.
Un día
despertaste y supiste que necesitabas vacaciones, supiste que no querías seguir
caminando hacia el trabajo y que necesitabas con urgencia un relajo.
Mis
vacaciones empezaron más tempranas de lo habitual, es que cuando tienes tantos
recuerdos algo comienza a estresar y
una baja de ánimo comienza a notarse en tu hablar en tu mirar y en tu forma de
relacionarte con tus pares, así que fui
directo donde mi jefa y con autoridad le dije: “Necesito mis vacaciones,
mientras más luego será mejor para mi” y tome la primera ronda de vacaciones,
una buena amiga me dijo que ella también las había pedido en la misma fecha,
para que saliéramos y la verdad lo único que quería era hacer mis maletas y
llegar a un lugar donde nadie te conoce y empezar a encontrar todas las partes
de tu ser que se perdieron aquí en Santiago y la verdad aveces las encuentras en el lugar que menos lo
piensas, para mí no es una huida sino un retiro en donde puedo pensar en mi, en
donde veo todo con otra mirada ,una mirada más pausada donde solo te importa
ver el paisaje y conocer nuevos lugares, así que arme mis maletas y en la misma
noche, les dije a mis padres me voy de vacaciones con mi amiga, tome el primer
bus de la mañana y en el mismo terminal decimos casi por azar donde
llegaríamos, véanlo como una locura pero lo fue, llegamos a Quientero, la
quinta región y mientras iba en el bus pensaba en todo lo que dejaría en
Santiago y todo lo que posiblemente
encontraría en ese lugar, no teníamos donde llegar ni comida, llevamos una
cantidad de dinero y muchas expectativas como jóvenes emprendiendo una
aventura, al bajar del bus un hombre ofreció su tarjeta y con ella una oferta
de una cabaña muy acogedora con todas las comodidades para dos mujeres como
nosotras ,sin compromiso lo acompañamos y fuimos ver que tal era el lugar y al llegar, nos
dimos cuenta que era justo lo que buscábamos con agrado aceptamos, fuimos al
supermercado y luego pasamos toda la tarde en la playa para terminar la noche
en la cabaña tomando una rica sopa y viendo películas, al otro día nos
dirigimos a una excursión que nos
llevaría a recorrer todas las playas, hasta llegar a la cueva del pirata
dejamos los pies en la playa y entre fotografías y risa todo fue más
grato, mientras me daba cuenta que una
parte de mi había regresado y eso me hacia feliz, al regresar a la cabaña tomamos
un baño y que creen, nos arreglamos para salir, llegamos a una disco en donde
bailamos y conocimos gente muy agradable, nos quedamos hasta el final pero todo
era parte de la salida, no sentíamos cansancio ni sueño, para comenzar al otro
dia, nos preparamos para ir a horcón nos juntamos con un buen amigo y pasamos
toda la tarde en esa playa nos bañamos y les contare que en el intento de ser
una nadadora profesional , una ola nos arrastro a mi y a mi amiga hasta la
orilla entre risas y revisando que el bikini este en perfectas condiciones nos dimos por vencidas y nos fuimos a tomar
sol, al terminar la jornada tomamos el bus que nos llevo a Quintero
nuevamente nos arreglamos para salir
nuevamente en la noche y sin cansancio ni sueño volvimos a salir, bailamos
hasta que cerraron y fuimos en compañía de los amigos que hicimos en todas esas
salidas, la pasamos excelente , sacamos miles de fotos los animadores nos
saludaban y entre risas nos hacían saber que pronto habría que volver a la
realidad y que esta noche dejáramos todo en el pista de baile, nos acostamos
con el sol saliendo pero todo estaba permitido estábamos de vacaciones y todo
era posible, despertamos unas horas después y nos fuimos a comprar los pasajes
cuando compras los pasajes te das cuenta que lo bueno viene en frasco pequeño y
que es mejor quedarse con el gusto de saber que lo poco fue bueno que
extenderlo y que quizás las cosas no resulten bien, aprovechamos hasta el
último minuto en ese lugar, nos fuimos a la playa, anduvimos en bote, reímos,
grabamos videos y miles de bitácoras de viajes, dejamos en cada playa una marca
y en cada lugar un poco de nuestro encanto y simpatía, degustamos de una ricas
empanadas camarón queso compramos muchas
artesanías y luego un chapuzón en una playa mas tranquila que no nos llevara a
la orilla rodando , nos dijo que era hora de regresar a la querida ciudad que
nos esperaba con ansias para hacernos pedazos nuevamente con estrés y trabajo,
pero esta vez veníamos con otra mente y otra energía, regresábamos dispuestas a
afrontar todo nuevamente con más fuerza porque habíamos descansado y todo lo
malo se había esfumado en tan pocos días, al momento de tomar el bus nos
despedimos de esa hermosa cabaña y de la señora que muy amablemente nos trato,
caminamos al terminal con nuestras maletas y mucho mas repuestas de todo, nos
subimos y dijimos adiós Quintero, pronto volveremos pero esta vez por muchos
más días.